Cuando tropezamos con una piedra en nuestro camino, inconscientemente solo deseamos quitarla de nuestro paso para continuar, no queremos esa piedra allí, la sentimos como un fastidio, un estorbo, pues desconocemos la esencia de esa piedra.
Y eso, fue lo que sentí,
Era el año 2020 recién me instalaba en la bella ciudad de Cali, con mi esposo y nuestras niñas de 4 años, habían pasado 6 años viviendo en medio del campo y sueños cumplidos, ahora estaba de regreso en el ruido de la ciudad,
Regresamos a la ciudad considerando algunas opciones de trabajo que pronto se esfumaron, llegó la pandemia y la difícil situación económica que afrontábamos se pronunció, quedamos sin fuentes solidas de ingresos y una lección por experimentar:
“Ser Feliz viviendo desde la incertidumbre y manteniendo la Conexión con nuestra propia Divinidad”
Mi esposo y yo, fuimos conscientes, que esta era la experiencia para nuestra evolución espiritual, hablábamos de ello y sabíamos que este era el desafío a atravesar,
Aun así, reconozco que por un espacio de tiempo, aunque nuestra mente parecía estar en positivo, nos sentimos separados de la Divinidad,
Es cuando te sientes sólo, cuando haces cosas que parecen no llevarte a ningún lado, cuando las decisiones que tomas parecen no ser las adecuadas, y lo que haces parece no salir como esperas y sientes eso que llamamos problemas o dificultades (Yo les llamo desafíos), son más grandes de lo que ves, más grandes que tu capacidad para resolverlos o atravesarlos,
Y te olvidas del poder de esa inteligencia superior que hizo posible la vida, tu vida y la existencia del universo,
Y no importa cuánto tiempo lleves en tu trascender espiritual, esos momentos de desconexión, de sentirnos separados de la Divinidad suceden, pues, en el mundo espiritual como en el mundo material, todo trata de Conexión,
y reconozco frente a ti estos momentos de desconexión porque no estoy para mostrarme como un ser humano perfecto,
Estoy frente a ti, para servirte y compartir contigo las lecciones aprendidas, para apoyarte y guiarte, cuando seas tú quien desee una mano extendida,
En ese momento, inconscientemente percibía ese desafío tan grande, que algunos de mis buenos hábitos como meditar al amanecer, mantener rutinas de trabajo productivo, ahora me costaba cumplirlas, entonces surgió en mi interior el deseo de volver a subir la montaña, sentí que ya era momento de llevar a nuestras hijas de 4 años a la montaña,
Emprendimos esta aventura a pesar de los comentarios que nos rondaban: “la montaña está muy insegura”, “están robando niños”
Salimos un día domingo a las 8:00 am, el sol resplandecía en la montaña, nuestras hijas estaban expectantes y emocionadas,
Bueno, en realidad, son 3 montañas que hacen parte de una gran montaña,
Comenzamos por la más pequeña, y ese primer domingo fue caótico, mi esposo y yo no coincidíamos en ningún camino a tomar, en ningún paso a dar, solo iban y venían quejas y reclamos,
Finalmente, tomamos un camino estrecho cubierto de hierba, y una de las niñas resbaló y se cortó una de sus pequeñas manos, lloraba y reclamaba ¿por qué tenemos que hacer esto? y luego exclamaba ¡Me quiero ir a casa!
Lloró bastante, casi hasta llegar al primer descanso de la montaña más pequeña, allí en esa pequeña cima, sentimos, el viento, el cielo, el sol y observamos la belleza de los campos y de la ciudad, entonces, hubo calma.
Después de 3 domingos continuos, nuestras hijas despertaban emocionadas de ir a la montaña, la pequeña que lloraba y reclama fué la más feliz, en ella pude observar que los temores que la habían acompañado se esfumaban,
se veía más confiada de sí misma, caminaba con más firmeza y subía y bajaba la montaña como si la montaña y ella fueran una sola, me sorprendía ver tal cambio en nuestra hija, sobre todo me impresionó como un gesto simple como subir una montaña estaba teniendo tal influencia positiva en los miedos de nuestra hija,
A la otra pequeña, cada domingo en la montaña, era un nuevo reto para ella, siempre quería ir más arriba, a otra cima más alta, caminar más, le significó fuerza, descubrir su capacidad de ir a donde desea y sentirse grande,
Realizamos esta aventura por más de 4 meses hasta mudarnos de nuevo a un pequeño pueblo, en medio de la naturaleza,
Y subir la montaña, a mi esposo y a mí, nos significó romper muchos hilos de energía pesada y negativa, liberación y conexión,
Sé que puedes sentirlo,
“vivir en conexión es simple, sube una montaña una y otra vez y se activará en ti la conexión Divina”
Aun así, no es fácil, mantener la conexión,
Mientras que fácil muy fácilmente, se puede entrar en desconexión, y esto sucede cuando solo deseamos quitar la piedra del camino porque olvidamos la esencia de la piedra.
“Si te abres al privilegio de apreciar algunas de las montañas a tu alrededor o del mundo, te das cuenta del poder, belleza y magnificencia que emanan, son las reinas del cielo y la tierra,
Pero, curiosamente, incluso las más grandes montañas están compuestas por muchas piedras pequeñas. Una piedra está compuesta por los mismos elementos, la misma esencia, de la montaña de la que proviene. Cuando una simple piedra regresa a la montaña se convierte en la montaña nuevamente. Nosotros también somos como esa piedra. Somos hijos de la Divinidad y distanciarnos de Él puede provocar que olvidemos nuestra propia divinidad. Pero, en efecto, somos una chispa de lo Divino. Somos Su esencia”
Estas palabras de mi gran maestra espiritual Karen Berg han llegado como parte de la respuesta a la pregunta en la que estuve reflexionando esta semana:
¿Qué hizo tan significativo para mí y mi familia Subir la montaña? ¿Qué sucedió al subir la montaña para que se rompiesen los hilos de energía negativa, y se produjera el cambio la expansión en nuestras hijas y en nosotros?
Ahora puedo verlo claramente y reconocer que cada recorrido, en realidad fueron momentos de sentir Conexión con la tierra y el cielo, con el viento y el aire,
Sentir conexión con la fuerza, grandeza, belleza y magnificencia de nuestra propia naturaleza, reflejada en cada montaña,
Sentir en cada recorrido la respiración hacerse más intensa y profunda, fue agitar la fuerza del espíritu en nuestro interior,
Caminar entre las piedras de la montaña sin querer deshacernos de ellas, significó integrar nuestras propias piedras (desafíos) y su esencia en nuestro camino para atravesar la montaña,
Y en lo alto de la montaña alzar nuestras manos y mirar a nuestro alrededor fue ampliar la visión, pues desde la cima de la montaña siempre verás, mucho más de lo que alcanza tu mirada,
Está conexión con la montaña, es un modo de espiritualidad verdaderamente puro, significativo para el cuerpo,
para nuestra misteriosa mente subconsciente que se desata mediante actos simbólicos y para el alma que recuerda la libertad en el aire puro de las montañas,
Vivir está conexión con la montaña, es integrar la piedras del camino en nuestro andar, es eliminar el sentir de separación, es traer de regreso el sentir de felicidad, es un nuevo comienzo en el espléndido estado de conciencia de Ser Feliz,
Esta semana te invito a Atreverte a subir una montaña, no una vez, hazlo mínimo 4 veces en 1 mes, y comienza a recuperar tu Divinidad, esa conexión con la fuerza, la grandeza y la belleza que te hace sentir Feliz en medio de cualquier desafío,
Sabes bien, que una voz suave y sutil, la de tu propia Divinidad, te susurra el anhelo de que ocurra para ti este encuentro, esta conexión para mejorar tu vida, la de los tuyos y el mundo.
Si no te es posible subir una montaña, vive esta experiencia durante 30 días continuos a través de esta meditación. Este es mi REGALO HOY para TI ↓
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